sábado, 5 de julio de 2014

Reflexiones finales







Luego de este largo recorrido trataremos de realizar algunas reflexiones finales. Será final por convencionalismo, ya que todo final es también un comienzo, un punto de partida nuevo desde el cual se continúa marchando.

La tarea docente presentó y presenta desafíos continuos surgidos en determinada dimensión espacio-temporal. Atender a ésta, implica una reflexión sobre los cambios que hay que implementar para ayudar al prójimo, al otro a visibilizarse. Cierto es, que a lo largo de nuestra historia, muchas veces la educación no fue tal, sino mas bien una domesticación, esto es, un adoctrinamiento de las mentes a ciertas ideas que eran elaboradas por un sector social determinado.

Vivimos una época de cambio de paradigma. La tecnología ha provocado cambios en la vida cotidiana que más allá de analizar si son positivos o no, están ocasionando continuamente transformaciones en nuestro imaginario social. La educación no es ajena a esto y no puede hacer oídos sordos a este momento.

Pero ¿cómo hacer esta adaptación? Este nuevo paradigma, ¿no será también una domesticación? Todo momento de crisis es una oportunidad de cambio tanto para bien como para mal. ¿Qué será bien y mal? Creo que la mejor respuesta por ahora que puedo expresar es que bien será aquello que colabore al crecimiento personal. Quiero decir, la educación será buena en cuanto promueva y respete la libertad, la dignidad, la persona, los valores, la posición de pensamiento del prójimo. Toda aquella educación que convierte al hombre en un ser que no pueda plantear sus interrogantes y no pueda buscar respuestas a ellos, creo que es deficitaria.

La evaluación también no está ajena al cambio de modelo. ¿Qué buscamos evaluar? ¿Recibir la respuesta que queremos? ¿Que respete el canon de la materia? ¿Qué es lo que buscamos al evaluar? ¿Queremos realizar una tarea de transformación, de conversión del educando?

Recuerdo la tarea realizada por aquel filósofo griego condenado a muerte a beber la cicuta. Sócrates, con su afilado método, buscaba respuestas. Pero si alguno tiene la posibilidad de leer algunos textos de Platón, podrá percatarse que los mismos tratan sobre temas que no tienen una respuesta definitiva. No porque sea relativista. Sócrates como Platón estaba lejos de esto. Pero creo que había un respeto por encontrar respuestas desde el interior, ayudando a desarrollar las capacidades del otro para que desde sí mismo pueda parir sus propias respuestas.

La evaluación, como la magistra Marilina Lipsman señala, es la instancia más difícil de nuestra profesión, y yo agregaría la más apasionante. En la evaluación entramos en diálogo directamente con el otro a partir de los contenidos y capacidades que queremos desarrollar desde nuestras materias. Esto es lo relevante: el diálogo. Éste implica tomar una posición de humildad, de no imposición y permite reconocer a un otro que también nos reconoce. En el diálogo, la evaluación es bilateral y quizás podríamos animarnos a decir que es multilateral, conllevando todo esto a la retroalimentación. Docentes y estudiantes se evalúan recíprocamente, crecen y se perfeccionan mutuamente.

A nuestro modo de ver, las Tic’s posibilitan y facilitan este diálogo. Las nuevas herramientas permiten dialogar desde múltiples posiciones. Por ejemplo, las rúbricas permiten evaluar y evaluarse.

Mientras escribo estas líneas, Argentina se clasificó a la ronda de semifinales de La Copa Mundial Fifa Brasil 2014 luego de 24 años, desde Italia 90. Clasificar...¿qué es? ¿Están siendo evaluados nuestros jugadores? ¿Y por qué es tan importante salir clasificados? ¿Para ganar una copa? Pero ¿qué tiene de especial la copa? El ser visibles.

Las evaluaciones, como desafíos nos hacen visibles al otro; posibilitan hacernos sentir vivos, saber que hemos podido lograr algo que es reconocido por todos. La evaluación positiva es aquella que no oculta, sino que por el contrario nos hace visibles en la mirada del otro. El viejo sistema apunta a lo contrario, a hacer invisibles a las personas y esto solo puede tener una consecuencia negativas: la violencia. Esta tiene como origen el no reconocimiento de nuestras existencias por un otro, es decir, el serle invisibles. Se ejerce de muchas formas; por ejemplo al invisibilizar a la mujer en el lenguaje o en el trabajo. Desde esta perspectiva, toda evaluación no es más que una domesticación, ya que se limita a obligar al otro a cumplir con los designios del agente que oculta.

Considero que la mejor reflexión que puedo elaborar en estos momentos es que la evaluación es una herramienta maravillosa pero peligrosa, ya que puede ser usada meramente para adoctrinar o para ayudar al prójimo a ser visibles, tanto para sí mismos como para los demás.

Por todo esto, el viejo paradigma no puede servirnos si queremos construir una sociedad más justa. Sabemos que el cambio es difícil y que algunas veces nos encontramos anquilosados a los viejos sistemas sea por miedo al cambio, por comodidad o por desconfianza. Pero esto forma parte de todo momento crítico, y por lo tanto es positivo. El único error es dejar pasar la oportunidad de aprovechar el cambio para crecer en este fabuloso peregrinaje llamado VIDA