sábado, 20 de septiembre de 2014

Buscando tomar conciencia de nuestros hábitos y habilidades de búsqueda en la Web



La imagen de arriba es bastante evidente, habla por sí misma. Buscar en Internet es todo un desafío. La información está, pero es demasiada. ¿Cómo aprovechar esta herramienta moderna?

Realicemos una búsqueda sobre un tema de Derecho. Queremos saber algo sobre Interpretación Jurídica. ¿Qué haríamos? Seguramente buscar en algún SE y ver qué resultados se brindan. Pero la primera decisión es ver qué buscador utilizaremos. Supongamos que queremos iniciar una búsqueda general; en este caso, quizás lo más atinado sea ir a un buscador como Google. Preferimos ir de lo más sencillo a lo más complejo. Usaremos el Google en español y palabras en español.
El resultado de la búsqueda es de 13.800.000. Una cifra inabarcable. ¿Cómo reducir esta cifra? El uso de comillas es un recurso ideal para estos casos. Por otro lado, saltó información relativa a interpretación desde otros ámbitos como el filosófico. No estamos satisfechos con la búsqueda, seguimos intentando ahora con las comillas y agregando con signo + “decisión judicial”
Ahora el resultado es de 14.800. Pero sigue siendo muy elevada la cantidad de información. No se pueden cotejar todos los resultados en un corto lapso. El tiempo que se gana en obtener la información es perdido en el que se debería invertir para leer toda la información. Deberíamos encontrar una forma de acotar más la información aún más. ¿Pero cómo?
Quizás cambiando de buscador. Iremos a la página de Doxa
El resultado es de 157 solo con "Interpretación jurídica. Ahora es más abarcable. Podemos hacer una vista de todos los títulos de los resultados y seleccionar de acuerdo a nuestro interés.
Ahora sí que hemos logrado aprovechar el tiempo. Pero me pregunto, ¿los resultados que aparecieron en Google son menos importantes. La revista me dio los archivos que aparecen en esa revista. Es un comienzo, pero la búsqueda debería quizás seguir si la información que se encontró no satisface.

viernes, 19 de septiembre de 2014

Buscando







En todo el orbe, solo una especie –al menos que sepamos hasta hoy- tiene la capacidad de reflexionar. El hombre sabe de su contingencia, y trata de buscar el brebaje esperanzador de su inmortalidad. El hombre es un aventurero, un peregrino, que está tras algo que aún no sabe bien cómo encontrarlo. Él se caracteriza porque trasciende su corporeidad. El ser humano no repite su programa natural como hacen los animales. Él no se adapta al medio, sino que transforma el medio para que éste se adapte a él. Es una lucha a veces trágica, a veces cómica. Pero es un gozne en donde toda la existencia, nuestra existencia, se explaya.



La búsqueda caracteriza al hombre. Su afán de inmortalizarse está en cada paso. Un claro ejemplo de buscador fue Colón, quien buscó algo que no se limitaba solo a una nueva ruta hacia las Indias. Su espíritu aventurero era expresión de la esperanza o desesperanza de todo ser humano por ser.

Hay muchos métodos para peregrinar o navegar. Quizás como decía alguien, el camino se hace al andar. La experiencia de Colón es algo común en la vida de todo ser humano. Uno busca algo, y encuentra otra cosa distinta de la que buscaba. Quizás deberíamos decir que las cosas nos encuentran o quizás que las cosas siempre están delante nuestro pero no nos percatamos de ellas debido a nuestra inmersión en la feria de la vida rilkeana. No lo sé.

En fin, el diálogo me dio que pensar sobre esto. No sé por qué.

¿Quizás me encontré con algo distinto de lo que buscaba?