En este espacio seguimos profundizando el tema de las Tics y la evaluación con una autoevaluación. ¡Qué tarea difícil evaluarse a sí mismo! En primer lugar, porque implica una humildad en cuanto se parte de una posición ni de superioridad ni de inferioridad, sino de apertura sincera al cambio. En segundo lugar, porque implica un esfuerzo por concretizar el cambio necesario para desarrollar una actividad docente más acorde a los tiempos actuales.
Luego de realizar las diferentes actividades propuestas por los tutores, comenzaré esta autoevaluación, usando la figura del semáforo como analogía.
Primero: luces rojas sobre los criterios de evaluación. Lo que más me detuvo y dificultó fue detener la máquina, esto es, hacer un alto para mirarme donde estoy parado, qué estaba haciendo. Vivimos acelerados muchas veces por las obligaciones laborales a cumplir. Y esto no nos permite ver los errores o planteos anacrónicos que realizamos. El hecho de tomarse un tiempo para considerar estas cuestiones fue lo más difícil y lo que finalmente me sorprendió, ya que si somos docentes, la autoevaluación debería ser algo habitual en nosotros.
La luz amarilla: siguiendo con lo anterior, me cuesta creer que ante la forma de trabajo a la que estamos expuestos los docentes de todos los niveles, y no me refiero meramente a la cuestión económica, sino también social, resulta difícil no caer en ese automatismo que nos lleva sobre todo en la época de parciales con tanto tiempo vertido en numerosas correcciones. Considero que un cambio de paradigma se hace desde la estructura. Para mí, es ridículo querer proponer un nuevo modelo con instrumentos interesantes pero en una estructura obsoleta. Incluso, considero que se corre el riesgo de que las nuevas herramientas resulten obsoletas e ineficientes.
Con respecto a la luz verde, la rúbrica ayuda a organizar y facilitar la tarea de evaluación y por ello, considero aplicarla en el próximo cuatrimestre.
Toda autoevaluación es un termómetro que nos pone alerta sobre ciertos problemas. Éstos son oportunidades para movilizarnos a adquirir las herramientas necesarias para que, luego de un adecuado diagnóstico, podamos realizar los cambios pertinentes para mejorar la calidad educativa de nuestro trabajo.
Comparto totalmente lo que decís tanto con respecto a lo difícil que resulta autoevaluarse como a la necesidad de un cambio de estructura para que otros cambios sean viables.
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